Chica al borde by Christina Hoag

Chica al borde by Christina Hoag

autor:Christina Hoag [Hoag, Christina]
La lengua: eng
Format: epub
editor: Three Jandals Press


En la mañana, mamá baja las escaleras en su bata harapienta mientras como cereal, agarrando la cuchara con cuidado. Va directamente a la nevera, saca el zumo de naranja, se traga una pastilla, y vuelve a subir. Ya no puedo comer. Vierto mi cereal en el fregadero y salgo de la casa.

Marion me envía a hacer un breve reportaje sobre la ganadora de la beca del Club Rotario que va a estudiar bioquímica en la Universidad Stanford.

—Ella va a estar en el almuerzo del club hoy, así que puedes tener un almuerzo gratis.

Apenas asiento.

—¿Estás bien? ¿Qué te pasó en las manos?

—Me tropecé con una de esas barras de cemento en el estacionamiento anoche. —Me sorprende con qué facilidad fluye la mentira.

—Me ha pasado también. Esas cosas son peligrosas. ¿Sabes algo, Cloe? Has crecido mucho este verano. Voy a lamentar que te vayas en un par de semanas.

—Gracias. —No logro sonreír.

—Es mejor que vayas a ese almuerzo. Necesitamos el reportaje esta tarde. Espero que el pollo de plástico no esté demasiado malo.

Marion vuelve a su computadora.

Me dirijo a la Plaza Tudor, el salón de banquetes de Indian Valley. A diferencia de la última rabieta, Kieran no ha llamado para disculparse.

Me siento en la mesa con un lugar reservado para el periódico. No importa si el pollo es de plástico, de todos modos, no tengo apetito. Empujo la carne y las verduras alrededor de mi plato, le hago algunas preguntas rutinarias a la ganadora de la beca, saco su foto. Un oficial sigue y sigue con su discurso monótono. Un plato con una rebanada de pastel de zanahoria aparece delante de mí.

Zumba mi teléfono. Un texto. Mi estómago se sobresalta, pero no es Kieran. Es Clarissa.

¡Acabo de llegar a casa! Me muero de ganas de verte. ¿Vienes y nos relajamos?

Alivio me invade. Ella es justo lo que necesito.

Vuelvo corriendo al periódico. —Marion, las manos y el mentón me duelen mucho. ¿Te importa si me voy luego de terminar el reportaje?

—Como no.

Me apuro en escribir el reportaje, descargo las fotos. Cuando Marion levanta el pulgar en señal de aprobación, salgo directo a casa de Clarissa.

Su mamá me abre la puerta. —Ellas están afuera en la terraza. ¿Qué tal ha sido tu verano?

—Muy bien, ocupado.

Ellas. Estoy decepcionada. Eso significa que Jade y/o Morgan están. Realmente quiero hablar con Clarissa a solas.

—Igual aquí. Hay limonada en el mostrador. Sírvete.

Me vierto un vaso de una jarra y salgo a través de la puerta corrediza hacia una nube de aceite de coco.

Clarissa, Jade y Morgan están sentadas en una mesa de patio en trajes de baño, los cabellos apilados desordenadamente en moños encima de sus cabezas. Una bolsa de cacahuetes y un montón de cáscaras están al medio de la mesa con un frasco de aceite de coco. Se toman muy en serio el trabajo de broncearse.

Clarissa se levanta saltando y me abraza. —¡Cloe! —Su piel está resbalosa.

—Rissa, pareces una papa frita con todo ese aceite. ¡Qué asco!

—¿Es un milagro que veo delante de mí? —Morgan desliza sus anteojos de sol por encima de su frente como si no pudiera verme con ellos puestos.



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